LinkedIn Noticias. Quejarte puede ser placentero, pero conviene no exagerar. Aquí te contamos por qué.
Quejarse puede resultar un acto placentero. Pero la queja reiterada hace que las neuronas se ramifiquen para facilitar el flujo de información, y se vuelve más fácil repetir ese comportamiento. El cerebro se reprograma al punto en que le resulta más sencillo y frecuente ser negativo que positivo. Ser un “quejoso” no solo cambia la manera en la que te perciben, sino que libera cortisona, la hormona del estrés, también asociada al colesterol, la diabetes, la obesidad y enfermedades cardíacas. Una actitud de agradecimiento en lugar de la queja puede reducir los niveles de cortisona hasta un 23%.
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